Unos 136 millones de estadounidenses usan teléfonos móviles que reemplazan
cada 18 meses, generando miles de toneladas tóxicas que podrían reducirse si
prosperan unos recientes programas de reciclado y donación a organizaciones no
gubernamentales.
Agencias - La calculadora es la mejor arma de las numerosas asociaciones
estadounidenses de defensa del medio ambiente que desde hace unos meses lanzan
el grito en el cielo para advertir sobre los riesgos de los desperdicios
electrónicos que generan los teléfonos móviles.
Con ella en mano, estas asociaciones advierten que ya hay unos 136 millones de
usuarios de celulares en EE.UU., y de que estos usuarios, siguiendo los
cambiantes dictados de la industria, reemplazan sus teléfonos cada 18 meses como
media.
Esto significa que unos 90 millones de aparatos van a parar a la basura cada año
desde hace unos diez años, denuncia Collective Good.
Esta asociación, fundada hace dos años, facilita el reciclado de teléfonos
móviles a través de Internet, enviándolos a más de 120 organizaciones no
gubernamentales de todo tipo.
Collective Good compra los teléfonos, los recicla y los vende, principalmente a
países de Latinoamérica, a precios que pueden ser hasta diez veces por debajo
del original.
Como hace unos meses sucedió con las computadoras y pantallas de televisión
-especialmente a partir de un informe que documentaba la catástrofe
medioambiental que la basura del primer mundo está ocasionando en el tercero-
los celulares son ahora protagonistas de un debate sobre qué hacer con ellos
cuando expira su corta vida.
Estos teléfonos contienen productos químicos de gran peligrosidad, que se han
asociado con riesgos de sufrir cáncer, enfermedades neurológicas y de
desarrollo, según Inform, una organización que investiga temas del medioambiente
y que cuenta con fondos de la Agencia de Protección Medioambiental
estadounidense.
Estas toxinas no se degradan, sino que se acumulan en el ambiente produciendo
graves daños en el ecosistema, advierte Inform.
Como ocurre con la basura electrónica, el plomo, el cadmio y otras sustancias se
filtran al agua subterránea, mientras que la incineración de teléfonos contamina
la atmósfera.
La industria de la telefonía celular ha iniciado ya su propio programa de
reciclado a través de una fundación sin ánimo de lucro (en la dirección
www.donateaphone.com) que se encarga de recoger teléfonos usados y venderlos,
donando parte de los beneficios a organizaciones no gubernamentales.
La fundación recoge los aparatos en varias tiendas como Radio Shack o The Body
Shop, y también en otros eventos populares como competiciones deportivas.
Las iniciativas de este tipo están floreciendo en los últimos tiempos con, por
ejemplo, la organización TrashPhone, que paga entre 1 y 20 dólares por cada
teléfono viejo.
Pero los directivos de Inform creen que además de reciclar, los fabricantes de
telefonía celular deberían ofrecer descuentos al comprar un teléfono nuevo si se
devuelve el viejo, o estandarizar los complementos que en muchos casos hay que
tirar cuando se compra el modelo más avanzado.
Otras recomendaciones incluyen la reducción de las sustancias tóxicas con las
que se producen (como han hecho ya algunos fabricantes en Europa y Japón);
utilizar un único estándar para evitar la competición entre varios modelos
obligando a los usuarios a comprarse otros nuevos cuando viajen, o diseñar los
móviles de manera que se puedan reutilizar y reciclar más fácilmente.
"Como estos artículos son tan pequeños, mucha gente se cree que el impacto
medioambiental también lo es", señaló Bette Fishbein, directiva de Inform.
Sin embargo, señala Fishbein, la utilización masiva de estos aparatos y la larga
vida de algunos de sus componentes los ha convertido en otra amenaza más para el
medio ambiente
sábado mayo 24, 2014 |