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En 1937 un hombre llamado Kenneth Daigneau ganó cien dólares por
cambiarle el nombre al jamón condimentado que la firma Hormel Foods
comercializaba en Estados Unidos rebautizándolo como "Spam".
Esta es una de las marcas más famosas en los EEUU y presente en todo tipo de
establecimientos y por supuesto en las despensas hogareñas.
Pero el 12 de abril de 1994, el sentido de esta palabra cambiaría
radicalmente, dando origen a uno de los mayores dolores de cabeza de la era de
internet. Ese día, los abogados Laurence Canter y Martha Siegel
lanzaron un software casero de marketing para promover los servicios legales de
su bufete.
El programa inundó los grupos de noticias (newsgroups) de la red con publicidad
de Canter & Siegel, y la reacción de la gente no se hizo esperar.
Aunque miles de personas registraron su disgusto con frases del estilo de
"Láncenle cocos y latas de Spam a Cantor y compañía", la experiencia no fue
desalentadora para la pareja de abogados: Aumentaron entre 100.000 y 200.000
dólares sus ingresos con el uso de esta nueva arma de marketing.
Sin embargo, las criticas hacía esos mensajes publicitarios aumentaban en la
misma proporción a los ingresos de la pareja y la idea de lanzar latas de jamón
cocido a los autores fue el que provoco que finalmente se le diese el
sobrenombre de "spam" a este tipo de mensajes basura.
Una década después, el correo basura ha alcanzado proporciones epidémicas pese a
los esfuerzos de los gigantes de internet y de los legisladores de diversos
países para detener su avance, que hace perder al año cerca de veinte mil
millones de dólares, de acuerdo a cifras entregadas por la firma Basex.
Esto, se debe en parte a que el spam es un buen negocio, incluso algunos
spammers han llegado a amasar pequeñas fortunas inundando las casillas de otros
usuarios con sus mensajes.
Gigantes de la talla de America Online, Microsoft o Yahoo buscan soluciones
de tipo técnico, complementarias a la Can-Spam, la primera ley federal para
frenar a los "spammers" que entró en vigor a principios de años.
La medida se dirige específicamente contra los correos electrónicos que no
incluyen remitentes, utilizan encabezamientos falsos y no permiten que el
usuario pueda borrarse de la lista y dejar de recibirlos.
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